Pertenece a
la familia de los gádidos (Gadidae) y se distingue del bacalao común por su
forma de vida y su color. Aunque todas las especies de bacalao tienen una forma
de vida migratoria, se diferencian entre ellos por el lugar donde habitan y los
miles de kilómetros que recorren para llegar puntuales a desovar.
El Skrei o
bacalao de invierno, toma este nombre que significa “nómada” en noruego y del
antiguo noruego skrida (andar), precisamente por el largo recorrido que tiene
que hacer durante la época de reproducción, también se le conoce como “el
manjar blanco” o “el bacalao pata negra”.
Habita durante
casi todo el año en el Mar de Barents donde se unen Noruega con Rusia, en aguas
heladas y en profundidades de hasta los 600 metros formando bancos numerosos,
su crecimiento es muy lento, alrededor de 2 centímetros al año y necesitan más
de 7 o 8 años para poder reproducirse (algunos hasta 12 años).
Todos los
años en enero, el Skrei inicia un largo viaje hacia el suroeste hasta las islas
Lofoten en el norte de Noruega donde las aguas son más templadas y claras,
manteniéndose allí hasta que termina de desovar
a orillas de la costa.
Su color
oscila entre marrón rojizo, gris y verde, en la edad de reproducción mide entre
70 a 1 metro y pesa entre 5 y 8 kilos.
El Skrei más
apreciado es el que se pesca con anzuelo cerca de la costa en los meses de
enero a marzo pero para pescarlo hay que ser un verdadero experto ya que en
esta época casi no come.
Una vez que
termina de desovar, retorna con las corrientes hacia el Mar de Barents.
Por su
esfuerzo migratorio, su hábitat, alimentación y su largo periodo de crecimiento
debido a habitar en aguas gélidas todo el año; su carne es totalmente distinta a
las otras especies de su familia, de ahí a ser tan apreciado en gastronomía.
Se comercializa
generalmente fresco y actualmente en nuestro país ya se encuentra con
facilidad.
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